Desarrollar nuevos conceptos, técnicas e instrumentos para la economía social y solidaria
- Carlos Pineda *
- 13 nov 2018
- 14 Min. de lectura

La civilización a través de la historia ha ido construyendo en todos los órdenes su propio acumulado histórico de realizaciones y aportes a la sociedad humana en lo económico, social, tecnológico, político, entre otros; pero, también muchos de sus pueblos, en su afán de alcanzar la primacía, exhiben un inventario negativo de desastres, desaciertos y daños a la población en general. Lo anterior invita a hacer una reflexión en el sentido de que el hombre aún no tiene absoluta claridad de su procedencia ni de su destino y nada más apasionante que saber ¿de dónde venimos? y ¿para dónde vamos? Estos dos interrogantes siempre han sido formulados y, dependiendo de la época, la situación de quién los plantea y de los paradigmas imperantes, las respuestas serán diversas. Mientras tanto, el mundo, la civilización y sus comunidades continúan su marcha y cada generación aporta al proceso de creación y desarrollo de la sociedad desde sus posibilidades y potencialidades.
Hacia un enfoque de re direccionamiento estratégico. El proceso de la globalización transforma la economía mundial, lo que se evidencia en el profundo cambio de las prácticas de los agentes económicos. Para comprender éste vertiginoso ritmo de cambios en todos los órdenes de la vida de la sociedad humana no solo se requiere de la experiencia y la observación de los acontecimientos sociales, políticos, económicos y académicos que rodean el devenir de los países y comunidades, sino que es necesario tener un referente comparativo que permita hacer una valoración objetiva de los fenómenos que se quieren considerar. Por ello, para analizar el tema que se ha planteado, este escrito estará enfocado en el papel y la acción práctica que cumple el sector social y solidario en el entorno colombiano y las posibilidades del mismo dentro de un enfoque de re direccionamiento estratégico, que le permita cumplir con su función socioeconómica de un modo más eficiente. En la actualidad la humanidad enfrenta como desafíos el crecimiento desbordado de la población, la urbanización desenfrenada; las agudas disparidades económicas; el sorprendente crecimiento de población en pobreza crítica; las masivas migraciones; la degradación del medio ambiente, el aumento del número de personas ancianas; la presión de la deuda externa, el incremento del número de refugiados, entre otros. En diversos escenarios se plantea que ante esta compleja problemática la sociedad en su conjunto está llamada a asumir nuevos retos generando respuestas innovadoras y de gran alcance, que brinde oportunidades de crecimiento a todos los ciudadanos y a las distintas formas empresariales y de asociación.
En algunos escenarios se ha planteado que la economía social y solidaria permite a las comunidades resolver un sinnúmero de situaciones y que sirve para todo. Nos preguntamos, entonces ¿es esto posible? Y ¿se puede afirmar con toda seguridad que con estas formas asociativas se puede adelantar desde lo más simple hasta lo más complejo en materia social y económica?
Cómo puede la sociedad mejorar su condición socioeconómica desde la asociatividad
Colombia como nación, desafortunadamente, desde hace más de 50 años ha vivido en un conflicto permanente generando inmensas pérdidas humanas, sociales y materiales. Complementariamente a lo anterior, el país muestra, con el paso de los años, evidentes escenarios de exclusión social, agudización de la pobreza, pérdida de valores, mayor desempleo y, en la actualidad, una creciente llegada al país y a otras naciones vecinas de inmigrantes venezolanos en condiciones desafortunadas.
La solidaridad como una fuerza cohesiva. Ahora bien, al considerar desde otro enfoque la situación, si se entiende por solidaridad la expresión de un sentimiento que implica reconocer y aceptar al congénere como un igual, que en caso de una dificultad o necesidad se puede contar con el apoyo mutuo, conformando en su conjunto una fuerza cohesiva, con sentido de pertenencia y de responsabilidad hacia los demás, estaríamos ante un bien común que sólo se acrecienta practicándolo. En otras palabras, la solidaridad también se puede fomentar y fortalecer mediante acciones concretas de ayuda mutua.
Así, en la situación descrita el sector social y solidario puede contribuir de alguna manera a ampliar la inclusión y el bienestar de su población, replantear sus valores éticos, consolidar su capital social, fortalecer sus instituciones y democratizar la vida social, política y económica de Colombia.
Lo anterior es posible, interpretando y ajustando adecuadamente el marco jurídico que viabiliza la institucionalidad social y solidaria, dando un giro cultural hacia la aceptación y la reconciliación social y estructurando una dinámica de desarrollo económico basado en la asociatividad.
El emprendimiento asociativo como práctica consciente. En lo económico, el manejo de las empresas debe ser sostenible lo que requiere una mayor apertura a la adopción y práctica de los valores éticos y humanistas. Hoy la triple cuenta de valor de la sostenibilidad: justicia social, rentabilidad económica y equilibrio ecológico son mandatorios para cualquier iniciativa emprendedora, que pretenda perdurar. Por eso, se estima que la asociatividad es el camino que le permite a los empresarios, trabajadores y comunidad entender que no es posible el desarrollo de empresas viables en medio de la agresividad, la disputa, el desprestigio y la incompetencia, donde más bien la responsabilidad social de las empresas es un factor fundamental para consolidar el bienestar social y económico de la sociedad. Lógicamente que en este escenario, el Estado como regulador de la economía, tiene que ser más eficiente en la defensa y protección del bien común. Es bien sabido que las formas asociativas y solidarias de propiedad, encuentran pleno respaldo constitucional, asignándole al Estado la función de promoverlas, fortalecerlas y protegerlas. En definitiva, en estas condiciones, se requiere fomentar el emprendimiento conformando más y mejores organizaciones y empresas solidarias, construyendo un verdadero entramado socioeconómico asociativo fuerte y perdurable.
Por esta razón, nuestra sociedad necesita involucrarse más de lleno en acciones conjuntas de orden social y solidario, lo cual puede hacerse de múltiples maneras: participando en procesos productivos, comerciales y de prestación de servicios a través de emprendimientos asociativos. En este sentido, las experiencias de personas, comunidades y organizaciones demuestran que es posible producir, distribuir y consumir con el ideario de la cooperación y la solidaridad; practicando el comercio justo al otorgar el precio justo tanto al productor como al consumidor y al intermediario el margen justo; practicando el consumo responsable y consciente; fomentando el ahorro en las comunidades y haciendo las prácticas financieras más equitativas, enfrentando la usura y la especulación. Cabe anotar que dentro del conjunto de las organizaciones de orden social y solidario no sólo se incluyen las que hacen gestión económica, como las cooperativas, los fondos de empleados y las asociaciones mutualistas, sino que involucra otro conjunto de organizaciones que promueven el voluntariado, las asociaciones, las fundaciones y las corporaciones, que actúan en todo el territorio nacional y las organizaciones que hacen agricultura familiar y asocian a miles de familias.
En esta dirección se requiere un mayor protagonismo de la economía social y solidaria en las políticas macroeconómicas y sociales del país, donde a través de sus organizaciones se canalice la ejecución de algunas de esas políticas públicas concretadas en planes, programas y proyectos de las organizaciones de la economía social y solidaria. Esto, acompañado del estímulo para que las empresas asociativas incrementen su participación en las zonas rurales, en el trabajo, la salud, la vivienda, la educación y en el sector financiero popular. Este fomento, fortalecimiento y protección del sector social y solidario debe incluir, como ya se dijo, un amplio programa de emprendimientos asociativos, que comprenda, una adecuada motivación y acompañamiento a grupos sociales y comunidades para que se organicen en diversas formas asociativas y un proceso de fortalecimiento de las organizaciones existentes.
Hacia la adopción de nuevas tecnologías y buenas prácticas
Así como existen mecanismos y métodos de trabajo para las organizaciones de cualquier género, que viabilizan no solo su existencia sino su gestión exitosa, también es cierto que con el paso del tiempo y la obsolescencia de los oficios y las herramientas, por la incursión de nuevas tecnologías y buenas prácticas, en la economía social y solidaria se requiere desarrollar nuevos conceptos, técnicas e instrumentos, no solo para que la mantengan vigente y actuante sino para que sea más eficaz en sus resultados e impactante en su cobertura.
Un cambio normativo, de prácticas y de procesos de formación. En este sentido y como aporte al fortalecimiento de la asociatividad y su impacto en la sociedad actual es necesario profundizar en la comprensión de aquellos conceptos que contribuyan de un modo más realista a masificar la interpretación y aplicación en la práctica de la solidaridad y de la ayuda mutua como valores y conceptos clave de la cooperación cooperativa, donde los actores, en los que además de las organizaciones sociales se incluya al Estado y a las autoridades públicas y privadas, para que en permanente diálogo y concertación orienten las principales políticas económicas y sociales, que beneficien al sector social y solidario en su conjunto y al país en general.
Es necesario, de análoga manera, desarrollar nuevas técnicas e instrumentos acordes con las tendencias en el uso de las tecnologías, las comunicaciones y las interrelaciones sociales que faciliten, fomenten y fortalezcan la asociatividad y demás organizaciones que hacen economía solidaria. Aquí se está hablando de los requerimientos de orden legal, que hace necesaria la actualización normativa que regula el sector social y solidario, que reconozca las diversas prácticas sociales y solidarias y que otorgue instrumentos expeditos y prácticos para los escenarios urbanos y rurales. Igualmente, se debe hacer mención a los procesos de formación, educación y actualización conceptual, de dirección y de gestión de este tipo de organizaciones, a todos los niveles de las estructuras organizacionales, así como la incorporación del uso y aplicación de nuevas herramientas tecnológicas que dinamicen y mejoren la prestación de los servicios de estas organizaciones.
Establecer una relación sociedad - naturaleza diferente, social y solidaria
La doctrina y los principios de la economía solidaria han contemplado desde su concepción una relación hombre-naturaleza estrecha y una tácita de respeto y responsabilidad social. En esta dimensión la relación hombre-naturaleza se fundamenta más en que la naturaleza está al servicio del hombre bajo la premisa de que éste la utilizará responsablemente y la protegerá en procura de satisfacer sus necesidades, no una vez sino innumerables veces, sin afectar su permanencia. El hombre solidario siempre va en procura de satisfacer sus necesidades sentidas más que las necesidades creadas por el entorno. En esta percepción un elemento fundamental para estructurar un pensamiento diferente en la relación hombre-naturaleza es la educación.
La educación como pilar del desarrollo. En todos los tiempos la educación ha jugado un papel fundamental en el avance de la sociedad humana a través de múltiples mecanismos y metodologías; pero con la llegada de la virtualidad y el uso de la Internet la difusión del conocimiento y de las experiencias del ser humano ha alcanzado una dimensión exponencial, sin límites.
Si se recuerda, en la época moderna la educación se vinculaba con las ideas de los humanistas, difusores de una nueva mentalidad modernizando la sociedad y las nuevas tendencias del manejo de la economía, la aparición de las empresas urbanas y su orientación, determinando un instrumento de ascenso social, acompañado por el desarrollo de la burocracia y de la administración pública. Ahora, en la época contemporánea, caracterizada por las revoluciones y las grandes transformaciones de orden social, económico, demográfico, artístico, político, tecnológico y económico, el paradigma de la educación marca las distintas corrientes de pensamiento social y económico y sus métodos de enseñanza los establecen los pedagogos y orientadores de distintas corrientes de pensamiento. Aquí en las postrimerías de ésta época se da la aparición de la Internet que revolucionó y rompió con los paradigmas de la educación en diversos aspectos.
Ahora bien, entendida la importancia de la educación en todos los ámbitos del actuar de la sociedad, para el sector social y solidario de la economía nacional, se debe propender por promover una educación desde y para la solidaridad en procura del fomento de la cultura de la asociatividad. Aquí el Gobierno Nacional al considerar los elementos para una educación de calidad, la importancia de la ética y las competencias ciudadanas debe adoptar la solidaridad y la asociatividad como una competencia que se aprende y desarrolla en la práctica social y educativa. No obstante, aunque en los planes de educación se incluye la promoción de la formación en economía solidaria en todos los niveles de la educación formal, esto no se ha cumplido. De ahí que sea necesario insistir en ésta promoción de la educación solidaria en la educación formal.
La educación es un acontecimiento histórico, cultural y social, que involucra a diferentes actores, disciplinas y saberes, además de instituciones, territorios y tejidos sociales. Cuando en las Naciones Unidas se refieren las cuatro condiciones mínimas para que exista la garantía del derecho a la educación, (relatorías de las Naciones Unidas, Katarina Tomasevsky), estas las podemos parangonar y adaptar a las que requiere la comunidad vinculada al sector social y solidario:
• Accesibilidad, para que todo ciudadano y asociado a las organizaciones del sector social y solidario tenga acceso a la educación y formación cooperativa y solidaria,
• Adaptabilidad, desarrollando diferentes modalidades para la formación especializada;
• Aceptabilidad, desarrollando contenidos y programas pertinentes para la economía social y solidaria; y
• Asequibilidad, empleando los recursos humanos, técnicos y tecnológicos necesarios para el pleno desarrollo técnico y profesional de los ciudadanos y miembros de las organizaciones sociales y solidarias.
De otra parte, la educación que requiere la comunidad vinculada al sector social y solidario es una educación para la creación y la innovación y no solo una educación para profundizar en la doctrina y la cohesión de los grupos asociados o para aprender las técnicas del servicio, pues, como lo afirman los especialistas, lo que marca la diferencia entre el desarrollo y el subdesarrollo en los países es la gente que aprende a operar equipos o tecnología frente a la gente que hace innovación. Hoy el desarrollo se entiende como la capacidad de innovar. Con la Internet, muchos de los conocimientos ya están disponibles, hoy la educación, además de conocimiento debe aportar al individuo la posibilidad de aprender a trabajar en equipo, crear, innovar y ser buenos ciudadanos.
A través de la educación, en definitiva, el sector social y solidario debe propender por contar con asociados integrales éticos y responsables en su comportamiento y críticos para resolver situaciones propias de su actividad para adaptarse a los continuos cambios del país y del mundo. Asociados capaces para tomar decisiones fundamentadas en el área que le corresponda atender integrando procesos y estableciendo relaciones y comunicación efectiva a lo largo de toda la estructura operativa de la organización, con dominio de las TIC.
La Autonomía, la Ética y la Responsabilidad Social un compromiso para la vida
Ciudadanos solidarios que cuidan de lo social, de lo colectivo. La relación de iguales en la sociedad es contraria a la dominación y el autoritarismo. La acción social y solidaria apoyada por la educación debe propender al cuidado del individuo, del colectivo y al cuidado de la propia vida. Para ello debemos ser conscientes de la autonomía, de la dignidad, que nos otorga la habilidad de manejar la independencia y la dependencia en la familia, en el trabajo y en la sociedad. Así, aprendemos a resolver problemas, a resolver conflictos, lo que otorga crecimiento y desarrollo en los individuos a través del diálogo y de la acción conjunta para alcanzar propósitos comunes, asumiendo compromisos y estableciendo relaciones con otros para la construcción individual y social. El ciudadano cooperativo se caracteriza por que en cada una de sus actitudes y actuaciones de la vida marca la diferencia dando resultados, solucionando sus propias necesidades y siendo capaz de dar frutos para sí y para la sociedad.
Visibilización del sector solidario: A pesar de la importancia de la solidaridad y de las organizaciones solidarias, en el imaginario colectivo de la sociedad colombiana el sector social y solidario es poco divulgado y conocido. Al contrario, como producto de las últimas problemáticas se ha estigmatizado el nombre de diversas organizaciones solidarias desconociendo sus buenas prácticas y aportes al desarrollo de la sociedad. En este sentido es tarea de todos, en coordinación con los entes gubernamentales desarrollar programas que tiendan a visibilizar y promover la solidaridad y la economía solidaria en la sociedad colombiana y su participación permanente en medios de comunicación, lo cual contribuye a generar un entorno positivo para el fomento de estos emprendimientos.
Pensamiento estratégico en la solidaridad. En la actualidad el futuro se crea no se predice. Hoy el pensamiento estratégico es una prioridad. La tecnología contemporánea exige de los individuos y de las empresas una capacidad de respuesta más dinámica para adaptarse a las nuevas realidades. Con la tecnología actual muchos procesos se están virtualizando y paulatinamente éstos se tienen que ir apropiando, lo que demanda de las personas y de las organizaciones una respuesta oportuna y acertada para moverse con éxito en los nuevos entornos en permanente cambio, donde la realidad y la ficción son coetáneas. La mejor forma de tener éxito en las actividades sociales y los negocios solidarios es asegurando la adecuada correspondencia entre la realidad, el pensamiento y la acción. Con el pensamiento estratégico se pretende disminuir la incertidumbre, mediante un proceso pendular y dinámico empleando la creación e innovación colectivas.
Cuando se hable de pensamiento estratégico en la solidaridad debemos partir de un pasado conocido donde algunas de las concepciones, valores, principios y orientaciones tienen que permanecer por razones de identidad, doctrina y filosofía, pero también debemos tomar conciencia de que se dan unas prácticas y tradiciones en la gestión de sus organizaciones que propiamente no se ajustan al fluctuante, cambiante y desbordado mundo de la globalización, y donde por lo tanto, la gestión de las organizaciones generan unos nuevos y diferentes problemas empresariales. Luego, se debe idear, proyectar y definir el futuro solidario deseado, que incorpore aquello que hace la diferencia para lograrlo.
Tradicionalmente hemos separado la dirección de la gestión de las organizaciones sociales y solidarias, dificultando la identificación de soluciones integrales a problemas que tienen múltiples causas y un sinnúmero de opiniones, presentándose a veces incoherencia interna en la definición de los planes y la toma de decisiones. En este sentido es indispensable que el direccionamiento estratégico ajuste los procesos de gestión y de dirección para vincular la estrategia con la ejecución. En otros términos, las organizaciones sociales y solidarias deben ser consecuentes y coherentes entre lo que planea y ejecuta la organización. En otros términos, en los procesos de formación y actualización se debe dar sentido a los procesos formales de planeación estratégica con la construcción de escenarios de futuro, identificando las variables realmente estratégicas, diseñando planes que mantengan la coherencia interna entre los qué y el cómo y manteniendo esquemas flexibles para adecuarse con agilidad al entorno.
Formando nuevas generaciones para el desarrollo desde la RSE. El concepto de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) ha venido ganando aceptación entre empresas de países desarrollados y en desarrollo por igual. No obstante ser todavía un concepto controvertido y tener diversas definiciones ya se acepta que las empresas tienen responsabilidades que van más allá de sus propietarios y que se extienden a un contexto más amplio de partes interesadas o grupos de interés.
Por lo común es aceptado que las empresas que comparten el concepto, incorporan en sus planes y programas de desarrollo la adopción de acciones orientadas a la Responsabilidad social empresarial de modo voluntario. Sin embargo al considerar las organizaciones sociales y solidarias podemos afirmar que aún el concepto no es tan familiar a pesar de la naturaleza de éstas estructuras. Así las cosas, las organizaciones solidarias y sociales deben encontrar en la Responsabilidad social empresarial un propósito para canalizar su capacidad de vinculación con los grupos de interés entre los cuales el Estado puede ser un copartícipe en éste propósito. Así no solo se estaría dando un gran ejemplo a los otros sectores de la economía del país sino que se estaría dando una efectiva aplicación de políticas y estrategias de RSE en países en desarrollo.
Ahora bien, centrando el análisis en el contexto de la economía social y solidaria, es preciso resaltar que sus características y necesidades particulares requieren de una readaptación conceptual que permita a las empresas asociativas responder adecuadamente a su compromiso social, siendo sensibles a dichas singularidades. Aquí también se puede concluir que es clara la importancia de contar con una actividad sistemática y permanente de educación en torno a qué es la RSE. Es necesario garantizar que las personas a todos los niveles, sea éste gubernamental, del sector privado, o del público en general, tienen claridad sobre lo que se entiende por RSE, puesto que se percibe la tendencia a interpretar esta última como equivalente a desarrollo comunitario o filantropía empresarial, obviando el hecho de que igualmente comprende los aspectos internos de la operación de una empresa, y su manera de hacer negocios y relacionarse con el entorno.
De todas maneras cabe anotar que la RSE continúa siendo un concepto controvertido. Si se adopta la definición de responsabilidad social (empresarial) otorgada en la guía ISO 26000 (2009), se entiende como RSE: “la responsabilidad de una organización por los impactos de sus decisiones y actividades en la sociedad y el medio ambiente, por medio de un comportamiento ético y transparente que contribuye al desarrollo sostenible, la salud y el bienestar de la sociedad; toma en consideración las expectativas de los grupos de interés, actúa en concordancia con las leyes aplicables y es consistente con normas de conducta internacionales; y está integrado a lo largo de la organización y puesto en práctica en sus relaciones”.
Por último, para mejorar el nivel de los ingresos y el emprendimiento, creando el entorno necesario para un nuevo tipo de empresa: la empresa socialmente responsable, solo a través de un trabajo mancomunado entre el Estado, la empresa, la comunidad y la universidad se logrará alcanzar un nivel básico de concientización y reconocimiento por parte de la sociedad y de los individuos de asumir el compromiso social en todas las actividades que cumplan en su entorno socioeconómico. Por otro lado, se evidencia la necesidad de desarrollar programas de educación integral para empoderar a la población vulnerable al brindarle la formación profesional y social indispensable que les permita desenvolverse acorde a las necesidades y requerimientos de la vida del siglo XXI, contribuyendo a que ellos mismos puedan generar sus propias fuentes de empleo e ingresos.
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* Presidente Corporación Red Unicossol. Consultor internacional, Economista, Magíster en ciencias económicas y magíster en análisis de problemas políticos, económico e internacionales contemporáneos.
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